Crowds everywhere

Crowds everywhere

Exactamente al contrario que en la economía tradicional, en el nuevo paradigma en el que se desarrolla la “sharing economy” lo que no se comparte pierde valor.

La participación activa de las multitudes en la economía supone otra emergente novedad a tener muy en cuenta. De ello es buena muestra la ingente literatura generada y los cada vez más numerosos proyectos que se inscriben bajo el epígrafe de la llamada “Sharing Economy”. Una economía denominada en castellano “colaborativa” y que comporta un gran potencial disruptivo de la economía tradicional al tener como objetivo activar activos que hoy por hoy están siendo enormemente infrautilizados.

Una nueva perspectiva que se desenvuelve en un paradigma diferente al generado por un tradicional contexto económico de suma cero en el que si uno tiene, otro deja de tener. Al contrario, en la nueva “sharing economy”, lo que no se comparte pierde valor. Ejemplo paradigmático: el de las compañías de coches compartidos que apuntan a hacer cosa del pasado la insostenibilidad de un dato contrastado: el 95% de los vehículos privados no son utilizados durante el 95% del tiempo.

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Pero más allá de activar activos no activados, cabe prestar especial atención a las nuevas capacidades de las multitudes para generar y generalizar la creatividad. Una creatividad de la que se benefician ya en ámbitos de la economía productiva con iniciativas como imcardboard, en los que una comunidad de usuarios mejora de forma colectiva un producto existente ya en el mercado. O, especialmente y de forma creciente, a través de proyectos vinculados a la impresión en 3D en los que se comparten diseños de piezas y objetos de todo tipo a través de plataformas como Thingiverse, impulsada por la compañía especialista en impresoras 3D MakerBot.

Y más allá de la creatividad, la posibilidad también de que las multitudes puedan ahora participar en la financiación de los proyectos e ideas. Kickstarter es pionera y paradigma del tipo de plataformas de financiación colectiva con potencial de dar la vuelta a muchas y variadas industrias. Desde el sector editorial, con lectores y seguidores fieles a un autor financiando su próxima obra; hasta las empresas tecnológicas, compitiendo ahora con dispositivos cuya creación y producción es financiada por sus futuros usuarios, como en el caso del smartwatch Pebble.

Pero quizás el nuevo empoderamiento de la gente se muestre y demuestre de forma todavía más radical más allá del ámbito de la economía productiva. Por ejemplo, en la esfera de la administración de lo público y de la política. Como en el caso de SeeClickFix, una de las numerosas iniciativas que posibilitan hoy una participación activa de los ciudadanos en su barrio y ciudad facilitando la posibilidad de reportar desde el propio móvil asuntos o incidencias tales como una farola que no funciona o un socavón de la calzada que necesita reparación. O, en un caso más extremo de nueva participación en lo público, la contribución activa de 25 ciudadanos en la redacción de la nueva constitución de Islandia a partir del feedback de otros muchos islandeses recogida a través de diferentes medios sociales.




Resumen de la segunda idea del Radical2. Sintetizada por Fernando López Mompó.