OPORTUNIDADES EN ECONOMIA COLABORATIVA

OPORTUNIDADES EN ECONOMIA COLABORATIVA

En su definición más amplia, se entiende por economía colaborativa (sharing economy) aquella que permite a los individuos y grupos generar dinero a partir de la movilización de activos subutilizados. La ingente cantidad de activos en manos de los ciudadanos (objetos, instrumentos, productos, viviendas, pero también el tiempo y conocimientos de las personas) es posiblemente incalculable, pero podemos estimarla en billones de euros. El intercambio de activos en la economía colaborativa podría generar unos retornos de unos 400 B$ en 2025.

En la economía colaborativa, los activos físicos, y las capacidades de las personas, son compartidos como servicios. Se trata por tanto de la conversión en un mercado servicios de los activos en manos de los individuos. En síntesis, se trata de la utilización eficiente del exceso de activos (tangibles e intangibles) en manos de los ciudadanos. Y en la base del fenómeno está la sustitución del paradigma de la propiedad (poseer el producto) por el del acceso (poder usar el producto). El acceso es la nueva propiedad.



Internet es claramente el vehículo que facilita la localización de los activos así como su intercambio. “En internet todo está en alquiler”, se ha dicho. Internet es el gran instrumento de coordinación de esta economía colaborativa. Su tecnología ha reducido el coste de las transacciones a prácticamente cero, y sus interfícies intuitivas simplifican al máximo el intercambio entre todo tipo de personas, sin requerir formación de ningún tipo, facilitando una economía en gran escala y global.

El reto para las empresas es cómo aprender de las innovaciones generadas en el entorno de la economía colaborativa, y cómo incorporarlas para innovar sus modelos de negocio. Una pregunta crecientemente relevante será “en una economía en la que los ciudadanos comparten sus productos y servicios, ¿qué espacio queda para los productos y servicios de las empresas?”.

El movimiento tras la economía colaborativa se está demostrando como un potente motor de generación de startups, que combinan la imaginación con la tecnología para lanzar nuevas propuestas de productos y servicios que puedan acabar disruptando sectores tradicionales que hasta ahora no conocían mucha competencia. Pero estas startups carecen, por lo normal, de recursos para escalar sus actividades. La combinación de su imaginación y tecnología con los recursos económicos, capacidad comercial y marca reconocida de empresas “maduras” podría convertirse en una estrategia habitual en los próximos años.

Así, por ejemplo, la eliminación de ineficiencias en los procesos empresariales gracias a la compartición de los recursos entre empresas (qué haga cada componente de la cadena de valor aquel que lo haga mejor) podría entenderse como una evidencia de que la esencia de la economía colaborativa ya está impactando los modelos de negocio de las empresas. Grandes empresas del mundo se organizan para aprender colaborativamente del fenómeno de la economía colaborativa (ver, por ejemplo, la iniciativa CrowdCompanies.com).

Detrás de la realidad de la economía colaborativa emerge el potencial de nuevas formas de poder. Los usuarios (ciudadanos) pasan de ser meros consumidores pasivos a cocreadores activos. Comparten recursos (ejemplo: el carsharing), co-crean con empresas (retos de diseño lanzados a los usuarios), aportan fondos (ejemplo: el crowdfunding de proyectos), fabrican productos en su casa (artesanía y productos únicos fabricados con impresoras 3D), y son co-propietarios de sus productos (ejemplo: enciclopedias escritas por los propios ciudadanos).

Estas nuevas formas de producción, distribución y consumo demuestran que los usuarios-ciudadanos quieren utilizar su inalienable derecho a participar. Que esta filosofía contribuya a reinventar las formas de participación política es sólo cuestión de tiempo. La evolución hacia una economía de la participación (crowd economy) no es improbable.

Uno de los temas críticos pendientes de resolver en esta economía colaborativa es el de la regulación: la protección laboral, la fiscalidad, el uso de los datos personales, el impacto en otros sectores “convencionales” de la economía, etc.

De nuestro proyecto Now is Next para CEDE.