NEGOCIO: OPORTUNIDADES EN LA CONEXION CIENCIA-NEGOCIO

NEGOCIO: OPORTUNIDADES EN LA CONEXION CIENCIA-NEGOCIO

DE LA CIENCIA AL NEGOCIO

En un entorno competitivo global, la innovación se convierte en un instrumento fundamental para la generación de resultados en las empresas. Además de innovar transformando los modelos de negocio, para las innovaciones más incrementales, las empresas apuestan por la ciencia para conseguir innovaciones realmente disruptivas. Porque es a partir del descubrimiento de nuevos fenómenos físicos (la ciencia) que podemos idear muchos productos y servicios que no existían antes (la tecnología).

No es extraño, pues, que haya un gran interés por hacer más eficiente la transferencia de ciencia y tecnología entre centros de investigación y laboratorios (muchos de ellos en la universidad) y empresa. En forma sintética, hay que reducir la distancia entre el laboratorio y el mercado. Hay que acelerar la conversión de los resultados de la investigación en productos y servicios. Y hay que investigar más en aquello que más soluciones pueda aportar a las necesidades reales de la sociedad (en lo que la Unión Europea ha denominado Responsible Research).



No es esta una tarea fácil de conseguir, en ningún lugar del mundo. Primero, mantener la investigación básica es fundamental, independientemente de su aplicabilidad a medio o largo plazo. Segundo, los centros de investigación tienen que mantenerse en la frontera para poder seguir optando a los programas de apoyo público, lo que puede alejarles de objetivos de investigación potencialmente útiles para las empresas. Tercero, en el caso de los centros tecnológicos, su atractivo para las empresas decae justo cuando consiguen la excelencia; su función no es estar en la frontera, sino aportar la máxima eficiencia. Conseguir una combinación adecuada de investigación básica y aplicada requiere, además, que las empresas tengan bien identificadas sus necesidades de innovación.

Son también las tensiones en su financiación las que llevan a las universidades a poner el foco más en generar ingresos a partir de las licencias de sus resultados de investigación que en resolver los problemas y las necesidades de la sociedad a través de sus innovaciones. Ello les lleva, por ejemplo, a querer participar activamente en el control de las empresas resultantes (por lo general, sin aportar capital), o a apostar solo por investigación y tecnología que pueda generar un gran retorno en poco tiempo (fast payback). Son dos de las actitudes detectadas en diferentes estudios sobre la transferencia de tecnología (TT), universidad y empresa. Actitudes que no evitan que la mayoría de oficinas de TT de las universidades norteamericanas no se puedan autofinanciar.

Diferentes universidades en el mundo están adoptando un nuevo modelo, que supera el foco habitual en la comercialización de la propiedad intelectual (licencias y patentes) para pasar a crear un sistema de apoyo y aceleración de la emprendeduría en sus centros. En forma sintética, la manera de reducir la distancia entre laboratorio y mercado consistiría en apostar por el modelo de startups: acelerar las spin-offs para que deriven en startups.

Y por ser proactivos en la búsqueda de socios empresariales. Se trataría de crear un entorno nutriente para nuevas empresas de base científica y tecnológica (the nurturing startups model): “Al dedicar recursos para apoyar a los emprendedores del campus, mediante la introducción de incentivos de carrera, y asociándose con las incubadoras de empresas locales e inversores de capital, las universidades están creando un entorno propicio para las nuevas empresas”.

En esta línea, se proponen diversos modelos. Así, por ejemplo, crear una estructura única para acelerar la conexión investigación-empresa (gateway approach), construir una relación de largo plazo con una empresa especializada en la comercialización de IP y en la inversión en empresas de base científica y tecnológica (investor centric approach), adoptar un rol activo para conectar a los emprendedores de la universidad con los inversores conservando la universidad solo un pequeño porcentaje del capital y sin interferir en la gestión (academic-entrepreneurship model), o entregar gratuitamente a empresas la propiedad intelectual de los resultados de investigación en estado menos desarrollado, esperando recuperar la inversión en el futuro (easy-access IP model), de diversas formas indirectas.

En cualquiera de los casos, se evidencia la necesidad de que las unidades de TT estén gestionadas por profesionales que conozcan “los dos lados de la ecuación”: la investigación y la empresa. De manera que puedan impulsar a los emprendedores que surjan en la universidad, con criterios de empresa, y que hagan comprender a las empresas el valor de los resultados de la investigación que se les propone.
Por su lado, las empresas, en especial las grandes, tienen un papel relevante en la propulsión de investigación en las universidades, centros y laboratorios. Tanto lanzando retos atractivos (high impact agendas), como trabajando estrechamente (en los propios campus) con los grupos de investigación.

Se trata de crear centros de investigación colaborativa entre laboratorios y empresas, no simplemente de financiar proyectos de investigación (véase el caso de los Intel collaborative research institutes). Por otra parte, en el futuro deberán crearse mecanismos de relación entre las universidades y las universidades corporativas, en especial en aquellas de empresas que tienen un conocimiento diferencial en un sector.

Además, la relación ciencia-negocio está ideando nuevos mecanismos. Por un lado, se constituyen empresas que atraen proyectos de investigación radicales, algunos de ellos en forma de patentes de difícil explotación (como es el caso de la empresa Intellectual Ventures). Otras empresas acuden a espacios de pregunta-respuesta donde miles de científicos están dispuestos a resolver un problema a cambio de un premio (es el caso, por ejemplo, del mercado en Innocentive).

Algo parecido lo encontramos en espacios en los que los grupos de investigación se ofrecen para desarrollar proyectos a medida de las necesidades de las empresas. También se estimula la investigación aplicada a través de grandes retos (como los lanzados por la fundación Xprize, entre otras). O algunas empresas crean aceleradoras en las que se rodean de startups y spin-offs para crear una fructífera relación entre ideas (generadas por los emprendedores) y el mercado (servido por la gran empresa).

Finalmente, la inversión pública en investigación básica sigue siendo fundamental. Como algunos autores han demostrado, han sido la constancia e importancia de esa inversión de origen público las que están detrás de grandes innovaciones en sectores como las telecomunicaciones o la biotecnología (la “función emprendedora” del Estado). Porque se precisan nuevos modelos de inversión a largo plazo, puesto que es difícil conseguir resultados disruptivos en un corto recorrido.

Aparte de la inversión en infraestructuras científicas y en distritos de la innovación (definidos como “una colaboración ciudad-universidad-empresa que crea un conexión específicamente diseñada para fomentar una red comunitaria que apoye la innovación entre campus y colaboradores”), se trabaja también para combinar esta inversión en ciencia básica con nuevos instrumentos de estímulo de iniciativas emprendedoras (como la red Catapult en el Reino Unido).




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