NANOGRADOS: LA FORMACION COMO ENERGIA POTENCIAL
Quizás la verdadera revolución educativa esté en una formación focalizada en habilidades en lugar de en conocimientos.
Las nuevas tecnologías permiten enseñar de maneras muy diferentes a como se ha hecho durante el último siglo y medio. Si hoy todavía explicamos el sistema solar, por ejemplo, como lo hacíamos hace 40 años es porque queremos: tenemos herramientas de simulación que permiten hacerlo de forma mucho más estimulante.
La educación y la formación vive actualmente una revolución latente que por ahora no acaba de emerger con la fuerza que debería. Para algunos, esta revolución se dará en el momento en el ocurra algo tan simple como que los títulos conseguidos en sistemas alternativos de formación sean percibidos con la misma validez que los obtenidos en formatos y organismos educativos tradicionales.
Pero quizás la verdadera revolución esté en una formación focalizada en habilidades en lugar de en conocimientos. O en la generalización de canales y formatos que permitan aprovechar cualquier contexto o breve momento de aprendizaje. De esta demanda latente nace la idea de ofrecer formación en base de dosis o incluso microdosis de habilidades.
Un concepto que toma hoy forma en innovadoras propuestas como las de un nuevo programa del MIT que incorpora cursos de dos días de duración, o como TechShop, una academia especializada en una gran diversidad de habilidades manuales que pueden ser enseñadas 24/7 en pequeños talleres de incluso un par de horas.
El éxito de General Assembly es muestra también de esta emergente demanda. Dirigida a emprendedores y startups, este nuevo concepto de escuela de negocios ofrece cursos de entre 2-3 meses a 2-3 semanas o incluso varias horas en habilidades relacionadas con la tecnología, el diseño y el management y sobre materias tan diversas y específicas como “Data Science” o “Cómo hacer que tu startup sea admitida por una aceleradora”.
En un contexto geográfico más cercano, Foxize basa su propuesta en un concepto similar para configurar su extenso catálogo de minicursos de 3 horas dirigidos a profesionales deseosos de actualizar sus habilidades en Digital Business.
Pero a quien realmente debemos el término “Nanogrados” es a Udacity. Esta plataforma de formación ha encontrado su éxito ofreciendo con esta denominación credenciales profesionales en habilidades técnicas, en un formato “learning by doing” y respondiendo a las necesidades formativas demandadas por las propias empresas que las contratan.
Otras empresas deciden postularse directamente como organizaciones educativas, especialmente cuando el conocimiento o la formación ofrecida están directamente vinculados al ámbito de sus productos y servicios. Es el caso de Apple, que recientemente ha anunciado su intención de ofrecer cursos de programación en sus tiendas, o de los cursos gratuitos sobre impresión en 3D ofrecidos por Stratasys, líder mundial en este tipo de tecnologías.
Las empresas se apuntan también a un camino iniciado hace unos pocos años por las universidades y otros centros educativos, que actualmente ofrecen ya cientos de cursos online de forma gratuita directamente o a través de intermediarios como Coursera, plataforma que hoy ofrece más de 1.000 de estos cursos a 12 millones de usuarios y de quienes cabe destacar su reciente anuncio de focalizar su esfuerzo en las necesidades de formación de las personas desempleadas.
Esta es la cuarta idea de nuestro Radical2