Radical becomes Normal
Hay más dinero para invertir en innovación, sí, pero también más gente con más ideas y, sobre todo, con una mayor facilidad para convertirlas en realidad.
Vivimos en un momento extraordinario de innovación en todo el mundo. La literalidad del adjetivo “extra-ordinario” encuentra su constatación en el tipo de noticias sobre lo que está por llegar al que nos hemos ido acostumbrando; proyectos e ideas que hasta hace bien poco no hubieran tenido cabida más allá de las revistas o los libros de Ciencia Ficción, pero que hoy podemos encontrar habitualmente en medios considerados “serios”.
Proyectos radicales que se convierten en normales. Ideas extrañas, en fin, que acaban por hacerse posibles. Proyectos como Hyperloop, un transporte terrestre subsónico basado en el principio de inducción capaz de cubrir los 560 kilómetros entre San Francisco y Los Angeles en apenas 35 minutos. Una idea que podríamos creer “extraña” en principio, pero que quizás deja de serlo tanto en cuanto sabemos que quien quiere hacerla realidad es Elon Musk, co-fundador de PayPal, SpaceX y Tesla Motors, proyectos que en su momento fueron considerados como ideas “extrañas” pero que hoy son ya una realidad.
Como extraño pueden parecer también los rumores de Apple queriendo adquirir precisamente Tesla Motors por una cantidad que podría suponer uno de los mayores precios pagados nunca por una empresa. Y es que uno de los principales motores de este extraordinario momento de innovación tiene su origen justamente en la también excepcional acumulación de capital por parte de algunas empresas punteras. 178.000 millones de dólares en el caso de Apple, por ejemplo. Un dinero que podría ser invertido en alguna de las numerosas “ideas extrañas” que actualmente pugnan por el capital que pueda hacerlas realidad.
Sin ni siquiera dejar el ámbito de transporte, ideas como las de un submarino supersónico chino con capacidad de unir Shanghái y San Francisco en dos horas. O como Windskip, basado en el replanteamiento del diseño de un buque mercante convertido todo él en una inmensa vela para reducir su consumo de combustible fósil en un 60%.
O, sin necesidad de irnos tan lejos, Bound4Blue, otra “idea extraña” nacida de la Escola de Aeronáutica de la UPC en Terrassa convertida ya en una startup que propugna el uso de inmensos veleros para generar y acumular energía mediante turbinas inversas que aprovecharan su movimiento.
Hay más dinero para invertir en ideas aparentemente extrañas, sí, pero también más gente con más proyectos y, sobre todo, con una mayor facilidad para convertirlos en realidad. La explosión del “crowdsourcing” y del “crowdfunding” se consolida también como principal motor de conceptos aparentemente extraños que acaban por cambiar la vida a muchos millones de personas.
Como el de utilizar una botella vacía de plástico para iluminar el interior de cientos de miles de chabolas de todo el mundo a las que no llega la corriente eléctrica, tal como ha hecho realidad el proyecto “A liter of light”. O Glatt Stove, una sencilla cocina pensada para evitar la deforestación y los problemas de salud derivados de la quema de leña como forma habitual de cocinar en millones de humildes hogares de los cinco continentes.
Resumen de la primera idea del Radical2. Sintetizada por Fernando López Mompó.